"Entre las cien caricias de un amante_las mil, si es imaginativo_ hay, según creo, una que es exclusivamente suya y más dulce que todas las demás. Felipe extendía la palma de su mano sobre el dorso de la mía y la llevaba hacia su frente, donde formaba su cabellera aquellos dos afilados arcos; oprimía mis dedos contra sus ojos cerrados, los dejaba descansar allí durante unos instantes, y yo sentía entonces el sutil pulso de sus párpados, y de allí los llevaba a su boca para llenar mi palma de una cosecha de besos pequeños y fuertes, y luego los hacía bajar por los alargados tendones de su garganta, donde se encontraba con su escapulario, y después, a lo largo de los finos huesos y músculos de su hombro, hasta su corazón, para que mi mano escuchara su recio latido y le diera la respuesta con mi propio pulso..."
Uno de los fragmentos que más me gustan de "El Ángel sin Cabeza", de Vicky Baum. Aunque son muchos, ya que me encanta el libro, esta descripción de una caricia de Felipe, el apuesto protagonista(que siempre le he visto como el Johnny Depp de Don Juan de Marco)me resulta hermosa.
